
Monet
En La consagración de la primavera, Stravinski nos traslada con estruendo a tiempos primitivos donde los dioses tenían siempre la última palabra sobre su reino de los hombres y las cosas. En la obra, una joven baila hasta la extenuación y la muerte para que, con su sacrificio, la primavera llegue fértil a la inmensa y fría Rusia. Y allí, cuando la primavera llega, lo hace a golpe de color.
Este color es lo que fascina de los cuadros de Claude Monet. Su primavera también entra estruendosa por nuestra retina, despertando al nervio óptico de la hibernación y el letargo. Algo que solo consiguen los grandes maestros de la pintura. Hoy, los jóvenes, en su constante hipérbole, dirían que Monet es un Dios del lienzo.
Y con esta idea de deidad artística, nosotros, Joyas de Papel, también ofrecemos nuestra propia consagración al gran Monet con los pendientes, anillos, colgantes y collares que intentan emular su obra. Nos hemos hecho un pequeño tesoro con el que se querrían enterrar los más grandes faraones. Un tesoro primaveral.
Pero los tesoros, igual que los cuadros y las obras musicales, no se hacen para enterrar (aunque aquí discrepen piratas y banqueros). Los tesoros se hacen para compartir. Esta vez no os estamos incitando a que hagáis ningún pedido nuevo. Os decimos que, quienes ya tengáis alguna joya de papel, la saquéis a la calle, a relucir, ¡que es primavera y el color pide color!