
Taller
Decía la gran Virginia Woolf que “una mujer debe tener dinero y una habitación propia si desea escribir ficción”. En Joyas de Papel somos dos mujeres y un hombre y no escribimos pero también trabajamos con papel, lápiz, cutter, y demás instrumentos secretos y extravagantes… Por eso también necesitamos una habitación propia.
La nuestra ha ido cambiando poco a poco, ampliándose y haciéndose más cómoda y luminosa (solamente los artesanos del textil sabrán a qué nos referimos con: “la rabia que dá que la luz te cambie los colores cuando sacas la pieza a la calle”).
Todo empezó con la forja de los Grandes Anillos… Quiero decir, con la elaboración de pocas y grandes piezas que dio paso a muchas y pequeñas piezas. Nuestra habitación tuvo que crecer con nosotros y nuestro arte como artesanos del papel. De un cuchitril donde, para caber dos, había que llevar corsé y un buen desodorante, pasamos a nuestro modesto pero más espacioso taller de Nigrán, donde mantenemos el desodorante pero podemos soltar la panza y estirar las piernas de vez en cuando. Y es que esa habitación propia debe permitirte relajar los músculos (sinó sería un ataúd propio y eso ya llegará). Pero también debe medir lo suficiente para poder levantarse, dar unos pasos atrás y ver lo que has hecho con cierta perspectiva o, como dijo aquel, “el árbol no te dejará ver el bosque que tienes ante ti”.