
Substancia X
Os lo creeréis o no pero una de las cosas más difíciles de hacer joyas de papel no es ingeniar una pieza decidiendo por qué se dobla esto o aquello, de esta o aquella manera y para conseguir esta o aquella forma concreta (que también tiene lo suyo). La dificultad y piedra angular de todo esto es lo que diferencia al origami en sí de las joyas de origami: que la pieza va a tener un tamaño pequeño y un uso cotidiano colgando de una oreja, frotándose contra la tela de un jersey o sobreviviendo a las insistentes lluvia y humedad gallegas, por ejemplo. Por eso hace falta darle consistencia e impermeabilidad, hacer una pieza ruda. Pero esto no se consigue aplicando after shave o poniéndole un chubasquero. Queremos un acabado elegante a la par que discreto (con acento francés).
Este dilema entre delicadeza y dureza ha necesitado más de cinco años de verdadera investigación y desarrollo para ser resuelto. Pero secuestrar a varios Premios Nobel de química y a unos cuantos alquimistas locos y el trabajo constante y creativo han dado su preciado fruto, al que llamamos: la Sustancia X. Si se junta con azúcar y especias consigue que podáis disfrutar de muchas cosas bonitas y delicadas como nuestro lagarto con su larga y fina cola.
Hay muchos cócteles con esta finalidad circulando por el mundillo de la papiroflexia. Los hemos probado todos. Finalmente decidimos crear la fórmula suprema, nuestra sustancia secreta y oculta en un barco que navega por aguas internacionales custodiado por un tritón de tres cabezas. Porque no solo queremos veros guapos y guapas tres días, queremos que nuestras joyas duren tres milenios y una semana por lo menos.